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Desarrolla tu cerebro a través del descanso: aprende cómo

Desarrolla tu cerebro con el descanso - Profesionales Aquí

Vivimos en la sociedad de la inmediatez y el multitasking. Nos enseñan que la productividad consiste en hacer, hacer, hacer… Sin embargo, las consecuencias no tardan en aparecer: ansiedad, estrés, premura y el agobio de las deadlines que causan estragos en la salud física, mental y emocional.

En medio de todo este caos, surge una «nueva» forma de inteligencia: el «no hacer»; el descanso activo que ha demostrado alta efectividad en el incremento de la creatividad, la capacidad de resolver problemas, el aprendizaje y, sobre todo, la optimización del manejo del estrés.

Ciertamente, muchas personas apartan momentos del día para descansar mientras ven series de Netflix o navegan en las redes sociales. No obstante, estas actividades no ofrecen verdadero descanso. Son solo una extensión de la omnipresente hiperconectividad que nos obliga a consumir información continuamente cual hámsteres corriendo en la rueda sin llegar a ningún paradero.

El verdadero descanso mental

El verdadero descanso mental consiste en irnos a un lugar solitario donde realmente nos sentemos a «no hacer nada», nada que demande energía cerebral: ocurre que actividades como ver series, películas, contenido de las redes sociales (incluso leer) implican ingesta de información.

Más datos y datos son introducidos a la fuerza al cerebro. Solo le damos unas pocas horas —durante el sueño—para que digiera toda esa información. Con todo, la mayoría no duerme lo suficiente por lo que el cerebro queda con todavía menos tiempo aún para asimilar la ingente cantidad de información.

Esta situación deriva en un deterioro de la memoria y de las capacidades cognitivas. Además, se traducen en una disminución de la tolerancia a la frustración, se manifiesta una irritabilidad que nos hace emocionalmente susceptibles al menor estímulo.

La solución al agotamiento mental

La solución que proponen autores como Marta Romo, escritora del libro «no hacer nada desarrolla nuestro cerebro», está basado en el análisis de los momentos de inspiración que tenemos cuando nos despertamos por las mañanas, nos duchamos o andamos en bicicleta.

El truco está en permitirnos «soñar despiertos», en que la mente tenga un espacio —durante la vigilia— para darse un paseo en los pensamientos y analizar las experiencias, aprendizajes y expectativas que vayan surgiendo. Es decir, soltar nuestro cerebro al patio de recreos y dejarle vagar un poco, darle permiso para que se pasee, incluso, por las preguntas existenciales que tanta gente procura dejar de lado.

Permitirnos filosofar es el secreto para darle un propósito, un sentido a nuestras vidas. Es el secreto para determinar el «por qué» de nuestras conductas, hábitos y compromisos adquiridos.

El obstáculo a sortear es el prejuicio: pareciera que está mal visto descansar, que siempre debemos estar ocupados. De hecho, nosotros mismos nos juzgamos por descansar; presionándonos para cumplir con la apretada agenda y las interminables to-do lists.

“Calmar nuestras mentes y abrir nuestros corazones no es solo bueno para nosotros, sino que realmente puede beneficiar a todos los que nos rodean”

Richard Davidson, padre de la neurociencia contemplativa.
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