Hacer las cosas correctas es más importante que hacer las cosas bien
Es muy fácil hallarse atrapados en el afán de cumplir objetivos rápidamente sin detenerse a pensar en los beneficios que se recibirían de hacer menos cosas pero hacer esas cosas realmente bien.
Imaginemos a un equipo de leñadores enfocado en cortar árboles de forma eficiente para abrir un camino en medio del bosque; con frecuencia, los leñadores se preocupan de cuán rápidamente talan los árboles sin molestarse en verificar que estén abriendo el camino en la dirección correcta. Si uno de estos leñadores se detiene y se toma el tiempo de escalar un árbol para ver desde arriba el panorama asegurándose de seguir en el camino adecuado, probablemente cortaría menos árboles que sus pares, no obstante, ahorraría más tiempo a largo plazo al evitar los dolores de cabeza que derivarían de perder el camino.
Cortar los árboles correctos es mejor que cortar bien los árboles. Dicho de otro modo, completar las tareas correctas es mejor y más inteligente que simplemente completar correctamente cuanta tarea nos hayamos asignado sin verificar antes que verdaderamente nos estén llevando a donde queremos llegar.
Por ejemplo, supongamos que tienes un departamento de mercadeo con tres personas. A estas personas se les pide “hacer marketing”, entonces ellos crean una lista de todas las actividades de mercadeo que una empresa puede hacer: actualizaciones en la página web, estudiar al perfil del cliente, publicar a diario en el blog, postear en el Twitter, Facebook, realizar giras de medios, etc. Como resultado, tú obtienes un montón de tráfico (que no siempre resulta).
Si no eres cuidadoso, las mediciones estarán basadas en cifras más que en impactos. Es decir, las métricas vanidosas te harán sentir bien en cuanto al tráfico de tu sitio web pero ello no debe ser más importante que la tasa de conversión de compra de tus productos. Evita perseguir a la eficiencia ya que resulta ser una droga adictiva.